Raíces y consecuencias de un desastre estructural
El desastre que afectó al archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina no es exclusivo de esa porción del territorio nacional, ni de carácter coyuntural. Es un asunto estructural que comienza mucho antes de la llegada del reciente huracán
Providencia y Santa Catalina devastadas
La madrugada del 16 de noviembre de 2020 el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina sufrió los embates del huracán Iota.
Hasta 24 horas antes, el huracán no suponía un gran riesgo para las islas. Pero acabó por sorprender al gobierno nacional, al gobierno local y, sin duda, a los raizales, isleños y residentes cuando se acercó mucho más al archipiélago de lo que se había previsto y pasó de categoría 2 a categoría 5, la máxima en la escala Saffir-Simpson, que mide la velocidad de los vientos.
Las afectaciones no fueron las mismas en las tres islas:
- San Andrés, con 26 km2 y una población estimada de 100.000 habitantes, recibió los impactos del huracán Iota con más fuerza en la parte sur de la isla. La carretera circunvalar quedó destruida, cientos de palmeras y árboles caídos, algunas casas destechadas con goteras y otras destruidas.
- La situación fue más crítica en las islas de Providencia (17km2) y Santa Catalina (1km2) que se encuentran a unos 93 km de la isla de San Andrés. El huracán pasó a menos de 12 km con una velocidad de 250km/h y destruyó todo a su paso. Dejó más de 6 mil habitantes damnificados, 4 muertos y el 98% de la infraestructura destruida.
A diferencia de San Andrés, Providencia y Santa Catalina acabaron completamente devastadas y sus habitantes quedaron a la deriva. Según la Unidad Nacional para la gestión del Riesgo y Desastres (UNGRD), de las 1.295 casas evaluadas en Providencia, 78 casas mantuvieron sus cimientos y 596 quedaron completamente destruidas.
Esto hizo evidente la necesidad de un plan para salvaguardar a la gente y recuperar la infraestructura. Las autoridades nacionales y locales llevan dos meses haciendo presencia en el archipiélago y se han recibido miles de donaciones.
Pero los habitantes de Providencia y Santa Catalina han denunciado la monopolización en la entrega de ayudas humanitarias y las deficiencias en las carpas entregadas por el gobierno nacional, que no han aguantado las lluvias incesantes.
A diferencia de San Andrés, Providencia y Santa Catalina terminaron completamente devastadas y sus habitantes quedaron a la deriva
Incluso, muchos providencianos se han visto empujados a abandonar sus casas y pertenencias por las condiciones precarias y deshumanizantes y trasladarse a San Andrés, inicialmente a albergues de paso.
No sobra decir que el huracán encontró al archipiélago en una situación vulnerable. La pandemia y los confinamientos sumieron a las islas en una crisis económica por su dependencia casi exclusiva al turismo. Esto, sumado al desastre natural, tiene al archipiélago en una situación asfixiante, tanto social como económicamente.
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